sábado, 13 de marzo de 2010

EL CONSUMIDOR

El propósito de una teoría es predecir y explicar. Una teoría es una hipótesis que se ha comprobado satisfactoriamente. Una hipótesis no se comprueba por el realismo de sus supuestos, sino por su capacidad para predecir con exactitud y explicar. Por las conversaciones en la carnicería y por nuestro propio comportamiento, observamos que cuando sube el precio de un determinado corte de carne, compramos menos. Basándonos en esta observación, podemos construir la siguiente hipótesis general: “si sube el precio de un artículo, entonces la cantidad que se demanda de él disminuye”. Con el fin de poner a prueba esta hipótesis y llegar a la teoría de una demanda, debemos ubicarnos en el mundo real y ver si la hipótesis resulta realmente verdadera para varios artículos, para diversas personas y en diferentes momentos.

Un enfoque de la teoría de la demanda se basa en el supuesto de que cada consumidor puede medir la utilidad o satisfacción que recibe el consumidor en cada unidad de un artículo. Este supuesto es irreal puesto que sabemos que los consumidores no se comportan de esa manera. Sin embargo aceptamos la teoría de la demanda porque predice correctamente el comportamiento del consumidor. Así pues, el consumidor actúa como si midiera la utilidad, aun cuando en realidad no la mida.

Los defensores del mercado de consumo afirman que el consumidor es el que rige el mercado y lo obliga a ser competitivo, de tal manera que no da lugar al monopolio, y que éste suele surgir cuando la intervención estatal altera las condiciones del libre juego y presenta ciertas coyunturas favorables para ese fenómeno. Se cita, por ejemplo, el caso de un precio oficial fijo que no corresponde a la realidad, lo cual da lugar a que haya ocultamiento de mercancías y a que surja una oferta monopolizada.

EQUILIBRIO DEL CONSUMIDOR

El consumidor se halla en equilibrio cuando consigue repartir su presupuesto de gastos entre los diferentes bienes de consumo de tal modo que su utilidad o satisfacción sea máxima. Ello ocurrirá cuando se verifique la ley de la igualdad de las utilidades marginales ponderadas: el índice de utilidad o satisfacción que al consumidor le reporta la última unidad monetaria gastada es el mismo, cualquiera que sea el bien que se adquiera.

Un consumidor es racional cuando su objetivo es maximizar la utilidad total o la satisfacción derivada del gasto de su ingreso. El objetivo se logra o se dice que el consumidor está en equilibrio cuando gasta su ingreso en tal forma que la utilidad o la satisfacción del último peso gastado en los diferentes artículos es la misma.

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